Se llama National Poo Museum y podemos visitarlo en la isla
inglesa de Wight.
La primera exposición permanente dedicada a esta parte
ineludible de la existencia humana y animal fue abierta en el año 2016 en la
isla de Wight, situada frente a la costa sur de Inglaterra. Se denomina
National Poo Museum (en castellano, ‘el museo nacional de la caca’) y exhibe
todo tipo de heces: desde las de un bebé humano hasta las de un león, una
paloma, un zorro –imagen sobre estas líneas–, un suricato, un alce… E incluso
muestra cacas fosilizadas de reptiles con millones de años. Todas ellas se guardan
encapsuladas en unas esferas de resina.
El museo se ubica en el zoo de la isla, y en el momento de
su inauguración, en lugar de la habitual cinta roja decorativa, cortaron un
rollo de papel higiénico. Muy apropiado. Naturalmente, dentro del recinto, no
falta la tienda de suvenires, en la que se pueden adquirir réplicas en plástico
de distintos tipos de caca y también otros objetos escatológicos.
El texto de presentación en la web del museo sintetiza muy
bien su filosofía, evocando lo importante que la caca es, cómo deleita a los
más pequeños de la casa y cómo el rechazo y el silencio sobre ella se aprende
ya de mayores.
Recuerda, además, que recientes investigaciones han puesto
de manifiesto lo importantes que pueden ser para los avances médicos todas esas
bacterias intestinales que a diario se van por las cañerías y alcantarillas de
nuestros pueblos y ciudades. Temas como este –continúa el texto– son los que el
museo quiere explorar, así como “examinar nuestra relación con la caca y
cambiar para siempre nuestra manera de pensar respecto a esta sustancia
asombrosa”.
En Italia está el Museo da Merda
Pero este no es el único museo del mundo que tiene como
protagonista las defecaciones animales. En 2015 abría sus puertas, en el
castillo medieval italiano de Castelbosco, situado a unos 100 kilómetros de
Milán, el Museu da Merda (‘museo de la mierda’).
Tras su apertura se encuentra un empresario agrícola llamado
Gianantonio Locatelli, que deseaba dar algún tipo de utilidad ecológica,
productiva y cultural a los excrementos que generan sus 3.500 vacas productoras
de leche que sirve para fabricar queso Grada Padano, que generan toneladas de
estiércol al año. Entre las numerosas aplicaciones que ha encontrado, está la
de convertir esas heces en biogás, que sirve para generar energía –incluida la
que precisa el sistema de calefacción de sus instalaciones–. Asimismo, se vale
de ellas para producir fertilizante.
Y también le da a estos residuos un uso algo más excéntrico:
ha creado un museo que expone fotografías, pinturas y también ilustraciones
inspiradas en este tema escatológico o incluso realizadas con pinturas
fabricadas con excrementos, como en el caso de las obras de Roberto Coda
Zabetta, que usó una mezcla de estiércol, pigmentos y resinas para llevar a
cabo sus obras.
Asimismo, en el museo se pone de relieve otras bondades del
estiércol: como que a lo largo de la historia se haya usado a nivel medicinal
(en combinación con plantas) o incluso como material de construcción.
Fuente: Muy Interesante.
Comentarios